Cada día una nueva lección de abuela

Tras leer la noticia de que varios intelectuales han firmado un manifiesto en apoyo a la labor del juez Garzón, me he detenido a leer algunos de los comentarios de ciudadanos de a pie sobre esta noticia. Como siempre hay para todos los gustos, pero os reproduzco uno de los que al menos a mí más me ha gustado:

"Lo malo de la muerte es el que se queda llorando. Si hubo decenas de miles de muertos, hubo el doble de lamentaciones por parte de familiares y amigos, durante décadas, durante todo lo que les queda o quedó de vida. ¿Qué ideal justifica eso? El franquismo no solo trajo eso, hay por ahí muchos que critican la LOGSE, la ESO y la educación en general; no seré yo quien diga que las cosas no podrían hacerse mejor, pero otro subproducto del franquismo fue el analfabetismo, o es que nadie ha tenido que leer la etiqueta de algún producto en algún supermercado a alguna señora que avergonzada te dice que se le olvidaron las gafas de cerca. Muchas fueron las barbaridades que sufrió el pueblo español por las ansias mesiánicas del enano gallego. Qué pague aunque sea a título póstumo."

Se podría hablar mucho de memoria historica, de dolor y de recuerdo, de hecho creo que es muy positivo que se haya abierto el debate, aunque a algunos no les interese demasiado el mismo.
A mí con saber que existe la posibilidad de que mi abuela y sus hermanas sepan a ciencia cierta si su padre está donde creen, y poderlo enterrar donde de verdad quieran me vale, ahora son ellas quienes deciden, no deciden por ellas, esa es la auténtica libertad.
Y eso es lo que me ha enseñado mi abuela, una lección que nada tiene que ver con resarcimiento. Para ella tener la posibilidad que le da la Ley de decidir si quiere investigar o no sobre la muerte de su padre ya es por ahora un gran paso, no necesita más, aunque esté pensando ya en el siguiente.